
El lenguaje de las mujeres en remisión: Las palabras que sanan tu piel
Presta atención a cómo hablas sobre tu piel.
¿Dices "mi piel me traiciona"?
¿Dices "estoy luchando contra mi psoriasis"?
¿Dices "mi piel es mi enemiga"?
Las palabras que usas no son inocentes.
Las palabras crean tu realidad.
Durante 23 años, yo hablaba de mi piel como mi enemiga. Decía que "luchaba" contra mi dermatitis. Que mi piel me "atacaba". Que necesitaba "controlarla".
Y mi piel respondía a ese lenguaje. Con más brotes. Más inflamación. Más dolor.
Hasta que cambié mi lenguaje.
Dejé de decir "mi piel es mi enemiga" y empecé a decir "mi piel es mi maestra".
Dejé de decir "lucho contra mi piel" y empecé a decir "escucho a mi piel".
Dejé de decir "necesito controlarla" y empecé a decir "necesito construir equilibrio"
Y mi piel cambió.
No porque las palabras sean mágicas. Sino porque las palabras cambian tu relación con tu piel. Y esa relación determina cómo cuidas tu cuerpo, cómo gestionas el estrés, cómo respondes a los brotes.
Hoy vamos a hablar del lenguaje de las mujeres en remisión. El lenguaje que sana. El lenguaje que transforma.
Porque cuando cambias tus palabras, cambias tu piel.
La ciencia del lenguaje: psiconeuroinmunología
Antes de que pienses que esto es "pensamiento positivo" o "manifestación", déjame mostrarte la ciencia.
La psiconeuroinmunología es el estudio de cómo tus pensamientos, emociones y palabras afectan tu sistema inmune.
Y la evidencia es contundente:
1. Tus pensamientos afectan tu sistema inmune
Cuando piensas en tu piel como tu "enemiga", tu cerebro activa una respuesta de estrés. Libera cortisol. El cortisol crónico desregula tu sistema inmune y aumenta la inflamación
Cuando piensas en tu piel como tu "maestra", tu cerebro activa una respuesta de curiosidad y apertura. Reduce el cortisol. Permite que tu sistema inmune se reequilibre.
2. Las palabras que usas crean circuitos neuronales
Cada vez que dices "mi piel es mi enemiga", refuerzas un circuito neuronal de antagonismo. Tu cerebro aprende a ver tu piel como una amenaza.
Cada vez que dices "mi piel es mi maestra", refuerzas un circuito neuronal de colaboración. Tu cerebro aprende a ver tu piel como una aliada.
Los circuitos neuronales se fortalecen con la repetición. Lo que repites, se convierte en tu realidad.
3. El lenguaje de la lucha genera estrés crónico
Cuando usas lenguaje de guerra —"luchar", "combatir", "controlar"— tu cuerpo entra en modo de supervivencia. Estrés crónico. Cortisol elevado. Sistema inmune desregulado.
Cuando usas lenguaje de escucha —"entender", "escuchar", "equilibrar"— tu cuerpo entra en modo de sanación. Calma. Cortisol regulado. Sistema inmune equilibrado.
Las palabras no son solo palabras. Son señales bioquímicas que afectan tu cuerpo.
El lenguaje de la lucha vs El lenguaje de la remisión
Durante años, he escuchado a cientos de mujeres hablar sobre su piel.
Y he notado un patrón claro:
Las mujeres que permanecen en ciclos de brotes usan el lenguaje de la lucha.
Las mujeres que alcanzan la remisión usan el lenguaje de la escucha.
Aquí está la diferencia:
El Lenguaje de la Lucha (Que Mantiene los Brotes)

El Lenguaje de la Remisión (Que Sana)

¿Ves la diferencia?
El lenguaje de la lucha te mantiene en guerra con tu cuerpo.
El lenguaje de la remisión te invita a la colaboración.
Los 7 cambios de lenguaje que transforman tu piel
Si quieres alcanzar la remisión, empieza por cambiar tu lenguaje.
Aquí están los 7 cambios más poderosos que he visto en mi práctica clínica:
Cambio #1: De "Enemiga" a "Maestra"
ANTES: "Mi piel es mi enemiga."
AHORA: "Mi piel es mi maestra."
Por qué funciona: Cuando ves tu piel como tu maestra, dejas de luchar contra ella y empiezas a escucharla. Cada brote se convierte en una lección, no en un ataque.
Ejercicio: Cada vez que aparezca un brote, pregúntate: "¿Qué me está enseñando mi piel? ¿Qué necesita mi cuerpo?"
Cambio #2: De "Luchar" a "Escuchar"
ANTES: "Lucho contra mi psoriasis."
AHORA: "Escucho a mi piel."
Por qué funciona: La lucha genera resistencia. La escucha genera comprensión. Cuando escuchas, puedes actuar con sabiduría en lugar de con desesperación.
Ejercicio: Cuando notes un síntoma (picor, enrojecimiento, inflamación), pausa. Respira. Pregúntate: "¿Qué me está diciendo mi piel? ¿Comí algo que me inflama? ¿Estoy estresada? ¿Dormí mal?"
Cambio #3: De "Controlar" a "Equilibrar"
ANTES: "Necesito controlar mi piel."
AHORA: "Construyo equilibrio interior."
Por qué funciona: El control es rígido y genera tensión. El equilibrio es fluido y genera armonía. Tu piel no necesita ser controlada. Necesita equilibrio.
Ejercicio: En lugar de preguntarte "¿Cómo controlo este brote?", pregúntate "¿Qué está desequilibrado en mi cuerpo? ¿Cómo puedo volver al equilibrio?"
Cambio #4: De "Traición" a "Mensaje"
ANTES: "Mi piel me traiciona."
AHORA: "Mi piel me está enviando un mensaje."
Por qué funciona: La traición genera resentimiento. El mensaje genera curiosidad. Cuando ves los brotes como mensajes, puedes descifrarlos y actuar.
Ejercicio: Lleva un diario de brotes. Cada vez que aparezca un brote, anota: ¿Qué comí en las últimas 48h? ¿Cómo fue mi nivel de estrés? ¿Dormí bien? Busca patrones. Descifra el mensaje.
Cambio #5: De "Odio" a "Respeto"
ANTES: "Odio mi piel."
AHORA: "Respeto lo que mi piel me está comunicando."
Por qué funciona: El odio genera inflamación emocional que se convierte en inflamación física. El respeto genera calma y apertura.
Ejercicio: Cada mañana, mírate al espejo y di: "Respeto mi piel. Respeto mi cuerpo. Estoy aprendiendo a escuchar."
Cambio #6: De "¿Por qué yo?" a "¿Qué necesito?"
ANTES: "¿Por qué me pasa esto a mí?"
AHORA: "¿Qué necesita mi cuerpo en este momento?"
Por qué funciona: "¿Por qué yo?" te mantiene en victimización. "¿Qué necesito?" te empodera para actuar.
Ejercicio: Cada vez que te sientas frustrada, reemplaza "¿Por qué yo?" con "¿Qué necesito?". Puede ser: descanso, nutrición, movimiento, conexión, silencio.
Cambio #7: De "Nunca" a "Posible"
ANTES: "Nunca voy a mejorar."
AHORA: "La remisión es posible para mí."
Por qué funciona: "Nunca" cierra puertas. "Posible" las abre. Tu cerebro busca evidencia de lo que crees. Si crees que nunca mejorarás, tu cerebro encontrará evidencia de eso. Si crees que la remisión es posible, tu cerebro buscará el camino.
Ejercicio: Cada noche antes de dormir, di: "La remisión es posible para mí. Cada día construyo equilibrio interior."
El ejercicio de los 21 días: reprograma tu lenguaje
Cambiar tu lenguaje no es instantáneo. Requiere práctica consciente.
Aquí está el ejercicio que uso con mis pacientes:
Semana 1: Conciencia
Objetivo: Observar tu lenguaje actual sin juzgarlo.
Ejercicio:
Lleva un diario durante 7 días
Cada vez que hables o pienses sobre tu piel, anótalo
¿Usas lenguaje de lucha o de escucha?
No intentes cambiar nada. Solo observa.
Semana 2: Reemplazo
Objetivo: Reemplazar conscientemente el lenguaje de lucha por el lenguaje de remisión.
Ejercicio:
Cada vez que te sorprendas usando lenguaje de lucha, pausa
Respira profundamente
Reemplaza la frase con lenguaje de remisión
Ejemplo: "Mi piel es mi enemiga" → PAUSA → "Mi piel es mi maestra"
Semana 3: Integración
Objetivo: Hacer del lenguaje de remisión tu nuevo default.
Ejercicio:
Escribe las 7 frases de remisión en post-its
Pégalos en lugares visibles (espejo, nevera, escritorio)
Léelos en voz alta cada mañana
Repítelos mentalmente durante el día
Después de 21 días, el lenguaje de remisión se habrá convertido en tu nuevo patrón neuronal.
Mi historia: cuando cambié mi lenguaje, cambió mi piel
Durante 23 años, hablé de mi dermatitis dishidrótica como mi "enemiga".
Decía: "Lucho contra mi piel. Mi piel me traiciona. Necesito controlarla".
Y mi piel respondía con más brotes. Más dolor. Más inflamación.
Hasta 2008.
Ese año, mientras trataba la candidiasis de mi hija, algo cambió en mí.
Empecé a preguntarme: "¿Y si mi piel no es mi enemiga? ¿Y si es mi maestra?"
Cambié mi lenguaje.
Dejé de decir "lucho" y empecé a decir "escucho".
Dejé de decir "controlar" y empecé a decir "equilibrar".
Dejé de decir "traiciona" y empecé a decir "comunica".
Y algo extraordinario pasó.
Mi relación con mi piel cambió. Dejé de verla como una amenaza y empecé a verla como una mensajera.
Cuando aparecía un pequeño brote, en lugar de entrar en pánico, me preguntaba: "¿Qué me estás diciendo? ¿Qué necesita mi cuerpo?"
Y cuando escuchaba y actuaba, el brote desaparecía. Antes de convertirse en crisis.
Hoy llevo 17 años en remisión.
No porque mi piel "se curó". Sino porque cambié mi relación con ella.
Y esa relación empezó con mi lenguaje.
Tu próximo paso: cambia tu lenguaje, cambia tu piel
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Conclusión: Las palabras crean realidades
Las palabras que usas sobre tu piel no son inocentes.
Crean tu realidad.
Durante 23 años, usé el lenguaje de la lucha. Y mi piel respondió con lucha.
Cuando cambié al lenguaje de la escucha, mi piel respondió con sanación.
Hoy, 17 años después, sigo usando ese lenguaje.
No porque sea "pensamiento positivo". Sino porque es pensamiento consciente.
Porque las palabras que elijo determinan la relación que tengo con mi cuerpo.
Y esa relación determina mi salud.
Tu piel no es tu enemiga. Es tu maestra.
¿Estás lista para cambiar tu lenguaje?
Si notas que tu diálogo interno dispara el estrés —y con él tus brotes—, este es el punto de inflexión.
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Empieza a hablarle a tu piel en un idioma que entiende.
Un abrazo consciente,
Lola García
Dermonutricionista | Creadora del Método Piel Sana
Referencias Científicas
Hannibal, K. E., & Bishop, M. D. (2014). Chronic stress, cortisol dysfunction, and pain: a psychoneuroendocrine rationale for stress management in pain rehabilitation. Physical Therapy, 94(12), 1816-1825. PubMed
Hebb, D. O. (1949). The Organization of Behavior: A Neuropsychological Theory. New York: Wiley. PubMed
Kiecolt-Glaser, J. K., McGuire, L., Robles, T. F., & Glaser, R. (2002). Psychoneuroimmunology: psychological influences on immune function and health. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 70(3), 537-547. PubMed
Creswell, J. D., Irwin, M. R., Burklund, L. J., Lieberman, M. D., Arevalo, J. M., Ma, J., ... & Cole, S. W. (2012). Mindfulness-based stress reduction training reduces loneliness and pro-inflammatory gene expression in older adults: a small randomized controlled trial. Brain, Behavior, and Immunity, 26(7), 1095-1101. PubMed


